El informe Organismos con impulsores genéticos: una nueva dimensión en la ingeniería genética, publicado en castellano por Ecologistas en Acción y respaldado por numerosas publicaciones científicas, describe las aplicaciones de los impulsores genéticos así como los riesgos sin precedentes que entraña esta nueva tecnología para la salud y el medioambiente.
Los impulsores genéticos están diseñados para propagar en la naturaleza modificaciones genéticas creadas en el laboratorio. El objetivo de su desarrollo es sustituir a las poblaciones silvestres por organismos modificados genéticamente, o incluso exterminarlas.
Aunque actualmente la investigación se centra en varios ámbitos, incluyendo la erradicación de vectores de enfermedades como la malaria, la agricultura podría convertirse a largo plazo en el campo de aplicación más importante de los impulsores genéticos. Las patentes de impulsores genéticos enumeran cientos de animales y plantas cuya contención o eliminación podría aumentar temporalmente el rendimiento de la agricultura industrial.
El objetivo de los impulsores genéticos en este campo es erradicar las denominadas «plagas y malas hierbas» al tiempo que se evita la resistencia a los herbicidas que han adquirido las plantas debido a un uso abusivo de los agroquímicos. Pero los organismos con impulsores genéticos (OIG) podrían utilizarse también con fines hostiles, por ejemplo, para propagar venenos o patógenos, aunque esto parece improbable mientras dichos impulsores y sus efectos nocivos no puedan ser contenidos espacial o temporalmente.
Ecologistas en Acción señala que, hasta ahora, los experimentos con impulsores genéticos se han realizado en condiciones de confinamiento (en el laboratorio o en contenedores cerrados), pero está previsto liberar OIG exterminadores en la naturaleza en un futuro próximo.
Se trataría de un experimento con enormes riesgos y sin ninguna garantía, pues no se dispone de mecanismos capaces de controlar eficazmente su propagación una vez liberados, ni existen conocimientos suficientes para prever sus posibles impactos. La modificación y/o eliminación deliberada de especies supone una amenaza para la estabilidad de los ecosistemas y para la salud humana.
Algunos de los riesgos documentados en el informe son:
- Imposibilidad de control. Una vez liberado en el medio ambiente, un organismo impulsor genético (OIG) se propaga activamente en las poblaciones silvestres y puede dispersarse rápidamente a gran distancia. La diversidad de los ecosistemas afectados hace mucho más difícil prever y controlar posibles riesgos.
- Irreversibilidad. Un impulsor genético produce una modificación permanente del genoma, que se transmitirá a todas las generaciones siguientes.
- Cruce con otras especies. Los impulsores genéticos están diseñados para su inserción en el genoma de una sola especie, pero en muchos casos será imposible evitar el cruce con especies cercanas evolutivamente, superando la barrera de especies.
- Efectos imprevisibles de la tecnología. Muchos impulsores genéticos utilizan la herramienta de ingeniería genética CRISPR/Cas9, que puede modificar la actividad del gen diana de manera imprevisible y/o provocar mutaciones genómicas. Además, la aparición de posibles resistencias en los organismos modificados podrían alterar el funcionamiento de esta herramienta, con efectos imposibles de prever.
Diego Bárcena, portavoz de Ecologistas en Acción, ha declarado: “El informe concluye que los organismos con impulsores genéticos son un cambio de paradigma con respecto a los organismos modificados genéticamente y aboga por una moratoria internacional a esta tecnología. La liberación de estos organismos en la naturaleza contraviene el principio de precaución que rige la normativa ambiental europea. Nunca había sido tan importante la aplicación del principio de precaución como con los OIG. Con la publicación de este informe queremos ayudar a que la ciudadanía y nuestros responsables políticos estén alerta ante el potencial peligro de esta nueva tecnología”.